Al Ángel o a la glorieta de Juárez, da igual.
En una sociedad como la nuestra, realmente no se si
tocada en las fibras más sensibles o indiferente ante su realidad, aparece como
en película de Batman (ahora que regresa a la pantalla) el súper héroe que deja
fríos a todos, que hace recobra la ilusión, la calma, sube el ánimo, serena los
nervios, se vuelve ejemplo no solo para nuestros niños sino para todo aquel que
había perdido el orgullo de ser mexicano, unifica, inspira, y los medios lo
vanaglorian sin límites, olvidándose de cualquier tema relevante o no y
entonces todos, pero todos los que tenemos como bandera al águila devorando a
la serpiente nos sentimos realizados.
Nuestro superhéroe derrotó a Godzilla, potencia
mundial, primer mundo; como narrativa épica donde David sale victorioso gracias
a su ausencia de miedo y a su puntería. La nación agradecida por esa victoria,
comienza con los rituales del festejo sin tomar en cuenta que le falta un
gigante más. Eso no importa, a como están los ánimos, hasta las medallas de
bronce saben a oro.
Pero ante el río revuelto que se ha convertido
nuestra cotidianidad, ya no se alcanza a distinguir a qué van los coterráneos
al Ángel, pues últimamente esa glorieta se ha visto invadida por enmascarados,
pancartístas con consignas varias, hombres y mujeres vestidos de tres colores
llegan a celebrar o a manifestar su indignación, a cantar a gritar, a llorar…
Pero en esta ocasión y como en otras muchas, la
cita parece prematura, los apocalípticos dirán que no hay nada que celebrar,
los integrados agradecerán a la virgen de Guadalupe por no desampararnos, a Luis
Armando Tena y a las dos cadenas de televisión abierta de nuestra nación por
hacernos felices.
Y no es falta de confianza ni mucho menos, solo que
la burra no era arisca, los palos la hicieron; es por eso que tuve que recurrir
a un experto en el tema, alguien que de verdad me pudiera explicar si ese
superhéroe es o se hace, y así fue como Miguel Acosta defensa del Necaxa de
1999 a 2005 en una charla previa a esta justa olímpicas me dijo “esa selección
de Tena es la mejor que he visto en toda la historia del futbol mexicano”.
Punto a favor para los integrados, tenemos algo que
celebrar, el señor Tena se puso a chambear como ningún otro de su embestidura y
está sacando a flote la honra. Sus pupilos, dignos de admiración, su coraje y
amor por la camiseta, sin lugar a duda nos conmueven y animan, ojala por ellos
(y por nosotros) lleguen a donde tienen que llegar.
Para los apocalípticos; malestar por la forma,
nunca por el fondo y me refiero a cómo los aparatos ideológicos del estado (de
Althusser) se encargarán de adueñarse de tan noble hazaña de nuestro superhéroe
y la venderán hasta en los cereales, las navajas para afeitar, en la cobertura
de las llamadas telefónicas con el alto jerarca, las visitas a Los Pinos, la
mega celebración en los puntos de reunión de cada capital de nuestra nación y
entonces, los expertos en esas cosas comenzarán a formar, con el éxito del
superhéroe una cortina de humo para tapar los errores que han cometido los que
dicen gobernar este país en la historia reciente o bien, acomodar las piezas
del ajedrez a su favor usando las fechorías más burdas.
Celebrar lo que sea, con tal de levantar el ánimo,
cantarle a Chabela hasta las lágrimas, dentro de esa colectividad que permite
el anonimato, gritar un gol desde la comodidad de un sillón y olvidarse de que
México está colapsado y que ni siquiera nuestro superhéroe de 22 extremidades
podrá salvar aun llevándose el oro y celebrando en el Ángel o en la glorieta de
Juárez, da igual.
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