15 de mayo
Qué dilema, cuál fue la reflexión para ayer, qué escribir
con relación al magisterio, por dónde empezar. Destacar las bondades de esa
noble profesión, señalar a la disidencia que enloquece al país, exigir que nuestros
niños y jóvenes reciban clases en tiempo y forma, celebrar trabajando o
descansar del aula.
Cuenta la leyenda que
el origen de celebrar el día del maestro data de 1917 en San Luis Potosí,
cuando un grupo de estudiantes se reunieron para celebrar el 15 de mayo el onomástico de uno de sus docentes
más querido. Cuando se instalo la XXVII del Congreso de la Unión se presentó la
iniciativa para instituir ese día como “El día del maestro” el cual
oficialmente se celebra desde 1918.
Afortunadamente llegó a mis manos un texto del Doctor
Francisco Javier Pérez Torres que si me lo permiten quiero compartir con todos
ustedes y se esa manera darle el sentido positivo al pasado 15 de mayo de 2013.
Aquella tarde, el 10 de mayo próximo pasado, parecía que
todo podía manifestarse menos un Maratón
de Ciencias en el marco de las Fiestas del Señor del Salitre en
Calvillo. El escenario, el Teatro del Pueblo, tampoco parecía el lugar más
apropiado…
Sin embargo, al arribar al sitio donde se daría cumplimiento
una de las múltiples actividades de la Especialización de Ciencias Naturales
-que imparte la Universidad del Valle de México, campus Aguascalientes, a
docentes del Estado becados por el Instituto de Educación- el panorama cambió
drásticamente. Allí ya estaban puntuales y asertivos los equipos de las ocho
escuelas secundarias participantes en el Maratón, directores o representantes
de los Centros escolares, porras de compañeros, padres de familia y los
responsables de esta actividad, profesores: Mayra López Sandoval, Anabel
Ramírez de Loera y los hermanos Denis y Dionisio Valle Martínez.
Ellos, alumnos de la Especialización, nos brindaban la
posibilidad de verificar vivencialmente el sustento profundo a los que dichos
estudios aspiran: “Con base en las competencias docentes desarrolladas, los
participantes estarán transformando su escenario didáctico en un espacio de
reflexión científica y de aplicación sistémica en la solución de problemas de
vida.”
Pero aquí comienza nuestro aprendizaje. La tardanza (después
de esperar la llegada de la energía eléctrica) no hizo desfallecer el
entusiasmo de los responsables, el tesón de los estudiantes y el apoyo de
compañeros y familiares. Al iniciarse el acto con las preguntas se hizo el
silencio. Todos atentos del desarrollo de la justa. Todos atentos a las
respuestas de las secundarias: Independencia, Itzcóatl –ambos turnos- Técnicas
7, 17 y 30, y las generales 23 y 35.
Los cuestionamientos no fueron fáciles y algunos asistentes,
sabedores de las Ciencias, no ubicaban las respuestas correctas. Los equipos
respondían con seguridad, trabajaban en equipo. Daban lo mejor de sí. Sus voces
adolescentes teniendo a la lejanía el fondo musical de la banda o la invitación
a la Feria –ya eran más de las 20:00 hrs.- se dejaban escuchar cabales. En toda
competencia algunos vencen, otros quedan cerquita, otros más distantes. La
Itzcóatl matutina, la General 35 y la Técnica 30 ocuparon respectivamente los
tres primeros lugares. Los premios, jugosos, fueron también gestionados por los
responsables de la actividad.
Debo agradecer la experiencia vivida, el recordarme que
México es muchos Méxicos; que sus escenarios son plurales y variados. Pero la
mayor alegría proviene de constatar la alta calidad de los maestros en su
quehacer docente y la capacidad y voluntad de nuestros jóvenes.
Se puede llegar al cielo y más allá, cuando hay vocación,
cuando se está motivado, cuando se marcan adecuadamente los rumbos y se brinda
el soporte adecuado.
Los mexicanos, hombres y mujeres, como lo señaló hace casi
100 años Carlota Bulher es rico en sus capacidades y creaciones; no desmerece
ante ninguno del mundo. Sabemos crear, construir y responder los retos. Hace
falta, en ocasiones la guía definida, la exigencia modulada y el puntal para
crecer.
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