La farsa de Don Rogelio (provocada por nosotros)
Don Rogelio decidió visitar nuestra aldea, y al parecer, de nueva cuenta se cumplió la profecía que contaban los antepasados del principio de los tiempos; un hombre blanco, esta vez sin barba pero de lejos, de un continente distinto, de un cosmos alejado, un dios llegó a la tierra de los que todo creemos.
Mi gente estaba impactada, el mismísimo Don Rogelio venía a darnos ánimos, como lo citó tan contundentemente el 29 de abril dos escribanos de la aldea, que a su vez citaban a un grupo de dolientes habitantes de mi mundo a través de un pergamino casi sagrado; ellos decían (los dolientes) “El ver que una figura del tamaño de este hombre, que recorre el mundo con un mensaje de paz, nos invitó, abrazó y permitió que lloráramos con él, fue extraordinario.”
¿Será cierto que Don Rogelio vino a consolarnos y confortarnos por los problemas que nosotros mismos hemos generado, por los pleitos de la aldea, misma que para él es totalmente ajena? (aunque casi sea un dios).
Don Rogelio como buen forastero, no embustero, vino a trabajar, alguien de mi aldea decidió CONTRATARLO, no creo que le hayan pedido de favor que viniera a distraernos de a gratis. Y el don accedió, es su chamba, es su show, es su forma de ganarse la vida.
Entonces ¿dónde vino al confusión, quién dijo que era el mecías mediático musical que necesitábamos para sentirnos mejor?
Eso si, ataviado con la bandera de la paz, el odio al sistema capitalista y derrochando comprensión, se nos paro enfrente, y mi gente quiso creer que el show era más que eso (excelente por cierto) que era una protesta al sistema de donde Don Rogelio pertenece, que estaba a favor del libre pensamiento y de la paz, que conocía a fondo la situación de nuestra cotidianeidad, que tenía la respuesta precisa para nuestros cuestionamientos y que todo lo hacia por amor sin cobrar un quinto.
Los ancianos de la aldea, deslumbrados como tiempo atrás, con otras venidas gloriosas de los mecías, trataban de darse cuenta que esa historia la habían estado viviendo de manera permanente desde el principio de los tiempos.
El resto de los habitantes de la aldea se fueron con la finta, e hicieron un altar (como los que están acostumbrados a hacer cuando alguien dice que es necesario) y que el tiempo derribará en menos de lo que nos imaginamos pues el 10 de mayo llega el profeta Pablo al centro de la aldea y con él la esperanza de la paz y la justicia que no está en otra parte mas que en nosotros mismos.